La barbarrie en acción. París, noviembre de 2015: 132 muertos, 352 herids.
Un nefasto 13 de noviembre de 2015, el terrorismo del Estado Islámico convirtió la plácida tarde-noche parisina en una masacre colectiva y criminal, llevando la guerra psicológica a Francia, Europa y al resto del mundo. Un masivo clamor de indignación y condolencias se convirtió en una ola gigantesca de sentimientos y opiniones de los más diversos ámbitos, privados y gubernamentales, en personas de todas las ideologías y religiones, de todas las culturas y nacionalidades. Velas, canciones, rituales religiosas y laicos se expandían por todo París, que se ha convertido en centro de rebelión contra el crimen y en símbolo de la defensa de los valores europeos de democracia, tolerancia, libertad y pluralismo religioso.
Al acontecer la masacre parisina de 2015, el imaginario colectivo europeo se enlazó con otros execrables atentados terroristas de signo islamista, como el acontecido en las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre, con un total de 2.992 muertos; y el de 2004 en la estación de Atocha en Madrid, con 191 asesinados. Y otros tantos nefastos atentados terroristas más recientes en el tiempo y que permanecen en la memoria colectiva, como el ocurrido en Túnez el pasado 26 de julio de 2015, con 36 muertos, donde la onda expansiva yihadista alcanzó a la Embajada española en Kabul, teniendo como consecuencia dos policias asesinados; y sin olvidar la criminal masacre del 2 de diciembre en San Bernardino (Calfornia, EE.UU), donde una fanática pareja de recién convertidos asesinó a 12 personas discapacitadas. El mayor atentado yihadista después del de Nueva York en 2001. El pasado 16 de septiembre se cerraron en Los Ángeles 900 colegios por la amenaza de un acto terrorista, lo cual desató la psicosis colectiva en la población norteamericana.
Terrorismo y religión, ¿auge de la islamofobia?
Todos estos atentados, que parecen batallas de una Tercera Guerra Mundial a plazos superamplificados debido al bombardeo mediático de la prensa, televisión y las redes sociales, que han azuzado, estimulado e instigado los estereotipos y prejuicios europeos, ya existentes en contra del Islam y los musulmanes, en especial si son inmigrantes.
Las comunidades musulmanas de Francia, así como también las de Europa y España, realizaron declaraciones públicas tras los atentados y actos de oración por la paz en sus mezquitas, elaborando un Proyecto Anti-Violencia con el título #NotInMyName ¡No en mi nombre!, donde aparecen musulmanes condenando el terrorismo y exaltando un Islam pacífico.
El problema no está en que existan civilizaciones diversas, ni religiones diferentes, ni culturas diversas, cuya pluralidad es un bien para toda la humanidad. El mal no está en el Islam, ni en el Judaísmo, ni en el Cristianismo. El mal está en la perversión idolátrica y asesina de una religión legítima - la que sea -, pero que la pervertimos, la pudrimos, la transformamos sustantivamente en un ídolo, que convierte a los diferentes en enemigos que hay que exterminar". Calvo Buezas, 2001, tras los atentados en Nueva York. [...]
Para leer el texto íntegro, puede consultar el capítulo descargando la monografía que acompaña al sitio web presente en la sección Libros unipersonales, seleccionando la publicación:
2015 "www.inmigraacionyracismo.es Investigar y luchar por causas solidarias" C&M Artes Gráficas, con DVD